viernes, junio 12, 2009

Hojas de Reflexiones


La primera vez que me puse internet en casa fue como, no sé... como sentirse el doctor Frankenstein. De repente, el ordenador, que sólo utilizaba para redactar trabajos y que respondía según los programas que se le instalaba, tomó vida propia; el runrún que se oía de sus entrañas, ése que surgía del cansancio de mi pobre y limitado disco duro cada vez que guardaba un archivito en él, ahora, gracias a internet, sonaba también fruto de la dificultad que le suponía al ordenador mostrarme a través de una ventana mágica llamada explorador ¡miles de cosas que no habían sido previamente instaladas!. Sí, resulta absurdo decirlo así, hoy que ya uno no puede vivir sin conexión, pero, es que, no sé cómo explicarlo... para que me entendáis, es como si ahora, a tus zapatillas de estar por casa, le saliesen unas patitas pequeñitas, pequeñitas, que te transportasen a tu voluntad. ¿Me explico? Así viví la transformación, no, más aún, la transmutación de mi ordenador. ¡Ay!, durante unos días me entraron ganas de ponerle gorro y bufanda en los días de frío, acariciarlo cada vez que el runrún se aquejaba de un trabajo excesivo, abanicarlo cuando el ventilador expulsaba aire caliente y besarlo a modo de buenas noches.
Pues bien, por entonces nacieron Las Hojas de Reflexiones. ¿Qué son?, pues un blog, básicamente. La diferencia radica en que, al no existir aún los blogs (o no los conocía), escribía mails a modo de entradas, y los enviaba a un exclusivo y reducido círculo de amigos, llamados alistados. También había otra diferencia importante, basada en mi voluntad de dirigirme a unas pocas personas y en la soterrada intención de no abandonar las hojas nunca, para que, en petit comité. siempre hubiese constancia de mi paso por esta vida tan dada a otorgar caminos distintos a quienes queremos ir por el mismo. Es curioso cómo, por un amigo, uno es capaz de buscar la aguja en el pajar, para luego, años más tarde, no reconocerlo... Justamente de esto trata la cuarta temporada de Buffy, la cazavampiros, ÉSA SERIE. De cómo el grupo se dispersa y decidimos salvar el trasero propio. Las Hojas de Reflexiones pretendía luchar contra eso. No así este blog.
Ni ningún otro blog, porque, no nos engañemos, los blogs son lo más parecido a un diario privado escrito para convertirse público. Hubo un profesor, que daba lengua en el primer año de facultad, que ya nos lo advirtió: no existe texto que no se escriba con la intención de ser publicado o, cuanto menos, ser leído por otro, ni tan siquiera los diarios personales. Vamos, ni el que escribió Laura Palmer. De hecho, creo que el escribir un blog no es más que la manifestación impotente de quienes queremos ser escuchados, para marcar distancias y acercamientos en función de quien nos lee; y despertar odio, admiración, gracia o rechazo con la nada sana intención de sentirnos con algo que decir.
Existieron 35 Hojas de Reflexiones, que murieron curiosamente cuando publiqué la última como inicio de un blog. Sólo contiene esa entrada, la hoja 35. Y así quedó, perdida por ahí, en ese éter que supone internet, fuera de su espacio y desprovista de su sentido original. De algún modo, representa la muerte de un pulpo en un garaje. 

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