jueves, enero 14, 2010

:)





Toc, toc. Sigo aquí.

Lo que ha pasado es que he tenido unos meses de ésos en los que uno se abandona a una suerte vertiginosa, guiada por un exceso de curro inusual, y por unos inusuales acontecimientos personales que hacen que me plantee no sólo el nuevo año, sino mi futuro entero, en términos de
Paradores Nacionales, buena alimentación y una menor despreocupación por la vida, así en general. Y creo que, al fin, vislumbro la luz de mi estrella, ésa que muchos me han dicho que tengo y se supone que es artífice de esta vida tan fácil que me ha tocado vivir. Veo El diario de y una señora de tez limpia, pero con algún diente de menos, pocas arrugas, carrilleras gordas, ojos bonitos y vidriosos y verruga en la sien, se acomoda en el sofá dejando que el peso de sus desgracias gravite sobre sus carnes, y éstas, sobre los cojines. A la espera de que cesen los aplausos de recibimiento del público, se produce un silencio en su mirada dolorida, por la que se intuye una información vital incómoda, como la de un dolor de espalda producido por el mal dormir; el silencio de quien, al fin y al cabo, sólo deberá confirmar el listado de desgracias que la presentadora tiene por escrito, test en mano, y que de alguna manera u otra espera un mínimo alivio al verlas, sus desgracias, desdramatizadas por el poder de la televisión. Sandra Daviu le sonríe, la tranquiliza, pero se despreocupa, como despreocupada canta Chenoa su Todo irá bien, y olvidará a esa mujer en el tiempo que endilgue todo compromiso en la hija que el programa ha encontrado en Zamora y que ha tenido a bien reunirlas. Por supuesto, esta gruesa mujer con verruga se retirará del plató con cierta nueva ilusión, la de haber encontrado a alguien a quien le pueda pedir dinero para terminar de pagar la hipoteca heredada de unos padres borrachos. Chenoa canta su siguiente canción, Sandra cambia de tarjeta y yo de canal. Me da igual si el zapping me conduce a la tragedia de Haití o a un episodio de los Simpson. Bueno, no, miento, si es Arguiñano quien aparece con un pimiento en la nariz, salto como un resorte y busco papel y lápiz, anoto la receta de turno y la preparo al día siguiente con todo el amor de quien es exquisito por su vida, de quien no se separa de su felicidad ni con agua caliente.


1 Comments:

Anonymous Gabbo said...

¡Qué bonito es esto!

lunes, febrero 08, 2010  

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