martes, noviembre 02, 2010

Nueva temporada



Curri entra en el edificio que alberga el plató de su nuevo programa
Curri y Compañía. En el recibidor, una simpática muchacha le facilita un periódico, que ella, Curri, coge mostrando una amplia sonrisa por la que se intuye que ha tenido un feliz despertar. El periódico está doblado y es imposible identificarlo, pero sabemos de cuál se trata. ¡Exacto!, del diario Público, porque todo el mundo sabe que Curri no pasa más allá de leerse los titulares de la primera página, por lo que intuyo que necesita un periódico, de buena mañana, para limpiarse tras satisfacer sus necesidades matutinas. De ahí también esa felicidad corporativa que se le ve en la cara aportando su grano de arena condenando a Público a la mierda; y esa precipitación por coger el periódico, que a ciertas edades una no está para perder mucho el tiempo...

A continuación vemos a Curri en su despacho, ya como más tranquilita porque acaba de defecar y
¡¡¡ring, ring!!!, suena el teléfono. Que esperase una llamada o no da lo mismo, porque seguramente el teléfono no ha sonado. El caso es que Curri coge el auricular con la delicadeza de una profesional de la interpretación, dando la gravedad que cree que debe darse al simple acto de descolgar un teléfono; gesto que en su caso parece ser que tiene que ejecutarse de forma pausada, sin mostrar impaciencia, y acompañado, eso siempre, de su eterna sonrisa (y su eterno colmillo). Se acerca el auricular y saluda con un simple "¿Diga?", o eso creo entender yo, porque no se la oye, pero entendemos que con su saludo Curri se siente satisfecha, y que ha cumplido debidamente con la exigencia del realizador (Curri, por favor, haz como respondes a una llamada de teléfono)

Y rápidamente llegamos al momento estelar de nuestra artista más querida en el que la vemos frente a una pizarra garabateada con un croquis indescifrable y hablando frente a una audiencia imaginaria. Se entiende que está repasando el contenido del programa y marcando los tiempos del debate; y para ello se enfunda en un traje transparente que la convierte en lo que pretende ser en realidad, la periodista profesional de verborrea ordinaria (común), asequible, dicharachera y de tú a tú. De esta aula imaginaria no vemos contraplano, pero nos lo imaginamos: un pequeño espacio donde están dispuestos unos pocos pupitres en
petit comité, donde se encuentran además sus más queridos amigos y tertulianos (su Compañía), lápiz en mano, en bata de distintos colores y con el libro de texto que hoy, mis queridos alumnos, toca en nuestra clase de Historia. Allí vemos a Jaime González babeando de pura excitación al comprobar que la lección a estudiar aborda la religión y familia.

Finalmente, Curri camina por una gran sala con un fajo de papeles en la mano en dirección al plató. En su camino sortea una serie de mesas de trabajo donde unas lindas señoritas hacen como que teclean en su ordenador. Es en esta última secuencia donde se ve de manera más acusada el tic que Curri padece en la cabeza (tic que comparte con Bjork) y que me tiene a mí obsesionado. Es algo así como que intenta espantar una mosca que tiene en la nariz con un breve y seco movimiento de cabeza. Pues bien, llegamos al momento en que aparece sobreimpreso el logo del programa, un inteligente hallazgo de composición de las dos
C de Curri y Compañía, que nada tiene que envidiar a grandes títulos como Lo que inTeresa (programa de Maria Teresa Campos que duró dos telediarios). Yo habría añadido unos pequeños cierres en la parte superior de ambas C para convertirlas, de repente (¡hola Josie!) en dos bonitos pendientes y así enriquecer en su metalenguaje este sugerente logo.

Así es la cabecera de
Curri y Compañía, programa con el que estrenó canal y temporada el pasado mes de septiembre. Estaba yo en Barcelona por unos asuntos profesionales que me mantuvieron en la ciudad condal ¡dos meses! y allí, aún con el calor de Lanzarote metido dentro, fui testigo de la regeneración vital, no sólo de Curri, sino de todo en general, que siempre supone septiembre. Todo el mundo sabe que en realidad el cambio de año se produce ese mes y que destinar cualquier propósito de enmienda a enero es condenarlo al fracaso. En septiembre uno mantiene el moreno y se siente más guapo, la sonrisa con la que afronta el trabajo, el nuevo curso universitario o escolar, muestra unos dientes más blancos, y como el próximo verano queda lejos, la preocupación por adelgazar queda eclipsada por una renovada preocupación por coleccionar, ya sean sellos, colecciones de kiosco o nuevos amantes. Cambia el tiempo, a peor para muchos, a mejor para tantos otros, pero implica abrigarse, esto es, renovar el armario y redefinirse según tus nuevos propósitos. ¿Que quieres estudiar una carrera en plena crisis de los 30? Pásate por H&M. ¿Que quieres casarte y convertirte en toda una mujer a tus 19 años? Punto Roma. En realidad, en septiembre se retoma el sentido cíclico del tiempo, ya sea por días, semanas (con sus días laborales y festivos) o, a largo plazo, meses. Reordenamos nuestras costumbres y les damos cita. Atrás queda la barahúnda que suscita un tiempo que te invita a la playa, a evadirte en el trabajo por encontrarte en una oficina casi vacía, a comer de más y correr de menos, a salpimentar tus obligaciones con cierta anarquía. En septiembre la gente vuelve a estar accesible, pues sospechamos de sus acciones; no existen excusas y sí desplantes o encuentros. Madrid se llena, las tiendas vuelven a abrir en domingo y compramos nuevas series de televisión, retomamos viejas temporadas y se reactiva el tráfico de recomendaciones (¡Raquel Gilmore!) Domesticamos el ocio, lo disfrutamos desde el sofá y no lo buscamos en huertas ajenas; y si se da el caso, nos vamos un puente a la de San Vicente, con amigos, sabiendo que se trata de una necesidad escapista con caducidad.

La vida, en definitiva, se regenera y le añadimos una cabecera particular. En ella intentamos manifestar nuestros buenos propósitos y determinar con su cromatismo cómo queremos vivir esta nueva temporada. Curri, estupenda. Y yo, queridos amigos... retomando de nuevo el blog.

Gracias por los que aún seguís ahí.


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6 Comments:

Blogger 13 said...

6 meses esperando!... lo mejor lo de h&m y punto roma...
¿Por cierto para cuando la revision de tu relato de terror del oso cachondón?

miércoles, noviembre 03, 2010  
Blogger Tilo said...

¡Ese relato se quedará así siempre!

miércoles, noviembre 03, 2010  
Anonymous Ra said...

¿Pero es posible que no exista un vídeo de youtube con la cabecera de Curri?

miércoles, noviembre 03, 2010  
Blogger Tilo said...

Este comentario ha sido eliminado por el autor.

jueves, noviembre 04, 2010  
Blogger Tilo said...

Uy, el comentario que aparece suprimido era mío, que eliminé porque contenía un error. Lo que quería decirte, Ra, es que lo puedes ver todos los días a la 13:00h en la 10.

jueves, noviembre 04, 2010  
Blogger 13 said...

Hombre, no digo que lo corrijas, sino que lo reinterpretes... sorry no queria ofenderte... estilo remake de hollywood, menos fresco, puede que mas malo, pero con mas tiros y tias buenas...

jueves, noviembre 04, 2010  

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