martes, octubre 20, 2009

Km0 en Barcelona.



Evidentemente, Barcelona es la ciudad más bonita de España. Toda la vida había oído los mismos ecos en personas con gran admiración a la Ciudad Condal, pero hasta que no empecé a dejar de ser un cateto y fui viajando por España, no quise desquitarme de la posibilidad de que todo fuese un tópico más. Así que hago gárgaras y entono con voz propia y cierta propiedad lo que muchos dan por un hecho incuestionable: Barcelona es la ciudad más bonita de España. No me adjudiquen prejuicios nacionalistas, ustedes me conocen.

Y no puedo yo dar palmadas más sonoras para mostrar mi alborozo cuando alguien viene a visitar mi ciudad querida, a la espera de encontrar en mí el mejor anfitrión de Barcelona. Rápidamente, salen de mi boca palabras tan dulces y melódicas como
Escribà, el Raval, l'Eixample con sus portales modernistas, Poblesec y Santa María del Mar; y más lindezas fácilmente reconocibles en cualquier guía rápida de uso para imbéciles que se puede encontrar sobre la ciudad. Pero, ¡quía!, ¿cuál es mi as bajo la manga? ¿qué belleza guardo oculta, de la que muy pocos han oído hablar y que, al toparse con ella, uno no puede reprimirse un ligero gemido de absoluto placer?.

¿Te has desperezado? ¿Desayunaste ya? ¿Has meado y cagado? ¿Nada te hará volver? Pues salgamos ya de casa, que te llevo a mi Km0 de Barcelona. Cruzaremos l'Eixample, pero aún no te fijes demasiado en las casas si ves a alguien abrir la puerta, por si observas flores rosas y amarillas maravillosamente dibujadas sobre un fondo verde pálido decorando los portales. Eso lo veremos más tarde. Acelera el paso, que si no, corremos el riesgo de entretenernos en la calle Tallers analizando la fauna de Barcelona bajo sus palmeras; vendremos aquí más tarde, al inicio de nuestra excursión por el Raval. Cruzamos Las Ramblas ¡desoye al gentío!, que te hará mezclarte en su marea hacia el mar y por ahora no toca. Hay que acelerar el paso, te llevaré por plaça Catalunya, que me parece bien fea. Como allí no hay mucho que admirar, sólo la FNAC (y ya compraremos tebeos más tarde), no te entretendrás con nada, así llegaremos en un plis al Portal del Àngel. Compraremos unos gofres con chocolate y nata en un sitio que yo me sé y nos los iremos comiendo mientras caminamos. Pero ¡horror!, ¿cómo hacerte llegar al Km0 sin que te topes con la catedral de frente? Entremos por esta calle, sí, donde está el acueducto romano roto y, sí, también, ve mentalizándote porque de romanos va la cosa. Nos acercamos. Hasta aquí, hasta este portal que nada nos invita a entrar. Estamos justo a las espaldas de la catedral.

¿No sientes una especie de redoble sordo? Algo así como un pulso en el aire apacible, en esta callecita por la que no transita nadie. Un clamor muy lejano, de hombres y mujeres; un murmullo común, que no sabes adjudicar, porque no ves a nadie. Si cierras los ojos te será más fácil. ¿Qué dices? ¿que ves a mucha gente con atuendos que te cuesta identificar? Claro, porque te encuentras en un foro romano. ya sabes, la plaza que acoge las dos calles principales de la ciudad, el Cardus y el Decumanus; un centro de gran actividad política, comercial y social, donde se reúnen los monumentos más importantes, los altares, los templos... Pues bien, ya puedes abrir los ojos. ¿Te crees que aquí, justo donde nos encontramos, se conservan nada más ni nada menos que cuatro mastodónticas y enormes columnas romanas pertenecientes a un templo edificado a Augusto, antes de que naciera Cristo (si alguna vez existió)? Sí, sólo tienes que entrar en este portal, y en el patio de luces, al sonido de la televisión y de la radio de sus vecinos, al de la ducha o el del cascar de huevos, allí las encontrarás. Aquí empieza realmente mi ruta turística por Barcelona. Mi Km 0.








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